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Stres Post Traumatico

EMDR: Reprocesamiento de Redes Neuronales para el tratamiento del trauma psicológico

El Trastorno por Estrés Post Traumático (TEPT): Cuando resulta imposible olvidar

Según los manuales de psicodiagnóstico el trastorno por estrés post traumático es una respuesta psicológica tardía a la vivencia de un acontecimiento de naturaleza sumamente estresante, bien sea como víctima directa o bien como testigo. Algunos de los acontecimientos causantes de TEPT más frecuentes son: Accidente, violencia intrafamiliar, abuso sexual, catástrofe natural o intencionada, agresión, perder a algún ser querido de forma violenta o escapar de un intento de asesinato, sufrir atracos a mano armada. En ocasiones el hecho traumático ha sucedido sólo una vez, como en el caso de un accidente de tráfico, aunque en otras ocasiones puede tratarse de hechos sostenido en el tiempo, como la violencia intrafamiliar o el abuso sexual.

Sin embargo, y a pesar de esta diversidad, todos los acontecimientos susceptibles de generar TEPT tienen dos características en común: La primera es que son objetivamente terribles, es decir, que la mayoría de las personas sentirían terror ante ellos; o dicho de otra manera, que no se trata de hechos menores a los que el sujeto dé una importancia exagerada. La segunda característica es que el acontecimiento provoca, ya en ese momento, una intensa sensación de miedo u horror.

Los síntomas del TEPT pueden comenzar inmediatamente después del acontecimiento traumático o demorarse varios meses, aunque lo más frecuente es que surjan nada más producirse y vayan empeorando con el paso del tiempo.

El síntoma central del trastorno por estrés post traumático es la re-experimentación del trauma a través de alguna (o varias) de las siguientes formas:

  1. Recuerdos recurrentes del acontecimiento traumático que aparecen de forma repetida, angustiosa e invasiva y están por completo fuera del control de la persona. Estos recuerdos pueden ser imágenes, sensaciones físicas, emociones, percepciones corporales o incluso pensamientos relativos al trauma.
  2.  Pesadillas recurrentes en los que se revive el acontecimiento de forma sumamente angustiosa.
  3.  Los flahsbacks son episodios disociativos en los que la persona tiene la sensación de estar volviendo a vivir la experiencia. La diferencia con el primer punto es que en este caso no se trata de una imagen mental o un recuerdo, sino de una re-experimentación que puede provocar la pérdida temporal del contacto con la realidad: El sujeto siente que está de nuevo en aquella situación y se siente como se sintió entonces.

Aunque la re-experimentación del trauma es el síntoma central del TEPT, no es la única manifestación del trastorno. Algunas otras son:

  • La persona es incapaz de enfrentarse a estímulos o recuerdos que estén asociados con el trauma, experimentando una sensación insuperable de angustia, palpitación, sudores, temblores, mareos…
  • La persona hace esfuerzos por evitar los pensamientos, conversaciones, lugares o personas que recuerdan al trauma. Es incapaz de narrarlo y no encuentra palabras para hacerlo.
  • Alguna parte importante del acontecimiento ha sido olvidada por completo.
  • La persona sufre falta de interés por participar en las actividades de la vida cotidiana, a la vez que experimenta un profundo desapego del resto de personas. Su vida afectiva se restringe drásticamente o desaparece por completo.
  • La persona tiene la sensación de estar condenada a un futuro sin ninguna esperanza.

La capacidad devastadora del Trastorno por Estrés Postraumático

A la vista de todos estos síntomas y consecuencias del trauma es fácil comprender en qué medida el TEPT resulta un trastorno sumamente grave. Los individuos no sólo se ven asaltados una y otra vez por el recuerdo de lo sucedido, sino que su funcionamiento general se ve seriamente mermado. Imaginemos una persona que haya sobrevivido a un accidente de tránsito en el que su acompañante muriera y él o ella resultaran gravemente mutilad@. Cualquier estímulo que recuerde el accidente tendrá la capacidad de generar una angustia incontrolable, amén de activar la cadena de recuerdos invasivos o los episodios de flahsback. Por lo que, dada la omnipresencia de automóviles en nuestras ciudades, el hecho cotidiano de salir de casa puede convertirse en una actividad problemática.

Siendo esto sumamente limitante, no lo es tanto como la devastación afectiva que la víctima padece, sobre todo cuando el agente causante del trauma es otro ser humano. Pensemos en una mujer que haya sido víctima de una violación. A todo lo que venimos describiendo (re-experimentación, evitación de los estímulos que recuerden el hecho…) deberemos añadir un elemento sumamente importante: Si el responsable del acontecimiento es el azar o la naturaleza, como en el caso de un accidente o una inundación, resulta más fácil mantener cierto grado de contacto afectivo con el resto de seres humanos; al fin y al cabo ellos no tuvieron nada que ver con aquella desgracia. Sin embargo, si el responsable del acontecimiento traumático fue una persona, como en el caso de una violación, ¿qué expectativas tendrá nuestra víctima del género humano? El cuadro será todavía más grave cuando la persona responsable sea cercana a la víctima, alcanzado su máxima gravedad en los casos de abusos sexuales de un padre sobre su hija.

Entenderemos con facilidad que su vida afectiva se vea seriamente dañada y que su confianza en otros seres humanos desaparezca por completo. Esto provocará una desoladora sensación de desapego, de aislamiento y de soledad emocional que acabará por anegar todas las facetas de la vida.

No poder nombrar lo que no se puede olvidar: Aparentes paradojas del hecho traumático

Hay dos características del trastorno por estrés post traumático que tradicionalmente han resultado sorprendentes para los investigadores y que ahora, con los actuales modelos psiconeurológicos del EMDR que veremos más abajo, pueden encontrar explicación.

La primera es la diferente forma en que se comportan los recuerdos normales y los traumáticos. ¿Por qué los primeros parecen archivarse correctamente en un cajón de nuestra memoria, mientras que los traumáticos quedan siempre a la vista, encima de la mesa, dispuestos a asaltar la conciencia mediante diversas vías? Parecería que ambos tipos de recuerdos fueran procesados de distinta manera por nuestro cerebro. Utilizando una metáfora informática podríamos decir que unos, los normales, quedan correctamente guardados tras pulsar la tecla de Guardar como, mientras que los otros, los traumáticos, dejan colgado el sistema operativo, se resisten a desaparecer de la pantalla, vuelven a abrirse a cada momento ocupando toda la capacidad de procesamiento y hasta se transforman para aparecer como ficheros diferentes (en nuestro caso, recuerdos, sueños o Flahsbacks)

Es precisamente en el caso de los Flahsbacks donde se hace más evidente que el cerebro no procesa ni archiva por igual ambos tipos de recuerdos. Durante uno de estos episodios la persona puede llegar a perder la noción de dónde se encuentra y de qué está experimentando. Podríamos atribuirlo a una extraordinaria viveza del recuerdo, pero por muy vívido que sea un recuerdo normal, difícilmente lo viviremos con tal claridad y fuerza que lleguemos a sentir que estamos de nuevo allí.

Otro de los elementos del TEPT que habitualmente ha llamado la atención de los investigadores es la incapacidad de las víctimas para narrar el acontecimiento traumático. Cuando se les pide que cuenten el episodio o lo escriban con detalle es muy probable que les resulte imposible. No es que narrarlo les cueste un enorme esfuerzo y sufrimiento, cosa completamente lógica y comprensible, sino que pareciera que esos recuerdos subsistieran de forma desconectada de las palabras. El horror que sienten no tiene, literalmente, nombre; cosa que choca con el hecho de que su mayor martirio sea precisamente no poder dejar de revivir aquel momento. ¿Por qué algo que está siendo angustiosamente revivido, que aparece noche tras noche en forma de pesadilla no puede ser narrado? Las víctimas dicen ser capaces de recordar hasta el más mínimo detalle de lo sucedido, pero a la hora de contarlo sencillamente no pueden.

Much@s de ell@s aseguran ser incapaces de ponerle palabras aunque estén viendo la escena con tanta claridad como si la tuvieran ante los ojos.

Tipos de Estrés Postraumático

Podemos diferenciar tres tipos diferentes:

Agudo. Cuando la duración es inferior a tres meses.

Crónico. Cuya duración está por encima de los tres meses.

De inicio moderado. Cuando entre la experiencia traumática y el inicio de los síntomas han transcurrido más de seis meses.

En el caso de que el suceso traumático haya sido provocado por otras personas, como ocurre en atentados, secuestros, violaciones, etc, el trastorno suele ser más duradero que en los casos de desastres naturales o accidentes. Además, en estos casos pueden aparecer sentimientos de culpa, vergüenza, junto con otros síntomas de retraimiento social, hostilidad, sensación constante de alarma, pérdida de valores y alteraciones de personalidad.

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